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¿Qué es ser clase «más o menos» en Chile?

Por Nidia Araya M.

por lavanguardiachile
21/07/2020
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Mucho se ha hablado en los últimos días sobre la Clase Media en Chile, sus características y alcance, pero no se tiene claro cuáles son éstas. Por lo que he recopilado unos datos que pudieran ser útiles al momento de referirnos a este grupo social.

Si nos remontamos a finales de los ’60 y hasta mediado de los ’70 la sociedad chilena estaba dividida en tres grandes grupos sociales: Clase Baja, Clase Media y Clase Alta, basadas en la posesión de una casa propia, auto, teléfono y la categoría de profesional que se alcanzase. Pero la implantación del neoliberalismo cambió la cultura del consumo, estableciéndolo como sinónimo de calidad de vida y ascenso social, siendo la industria de la publicidad y el marketing, por un lado y el sistema financiero, por otro, responsables en gran parte de esta nueva escala de valores, ya que crearon un imaginario de sociedad en que todo lo podemos comprar, para eso se difunde el sistema de crédito a través de tarjetas asociadas al comercio pudiendo adquirir bienes y servicios de alto valor monetario, antes inaccesibles para la gran mayoría.

Los destinos vacacionales exóticos, como el extremo oriente, o un grado académico en el extranjero marcarán las diferencias. Esta tendencia siguió su rumbo ascendente haciendo preciso segmentar los grupos tradicionales y es así como se establece un verdadero alfabeto para los Grupos Socioeconómicos (GSE): AB, C1, C2, C3, D y E. Pero este proceso no ha quedado ahí, y en su evolución, hoy en día podemos encontrar una diferenciación basada en las preferencias culturales y estilos de vida más que en función del nivel de ingreso. Es lo que se conoce como “perfiles sicográficos”. En la actualidad el grupo C1 se dividió en C1a y C1b.

En los últimos años la publicidad y la prensa, apoyados por la clase política, habla de Clase Media y población vulnerable, términos que esconden las grandes diferencias socioeconómicas que vivimos, apelando al eufemismo del éxito a partir del esfuerzo individual. Una radiografía a nuestra sociedad, basada en diversos estudios realizados por entidades privadas, señala que el grupo más pequeño es el AB con 94.045 hogares (1,45%) con un ingreso promedio de $6.500.000, este y el C1a, con un ingreso promedio de $2.800.000, equivalen a menos del 8% de la población chilena. El grupo más numeroso corresponde al D, con casi 2 millones y medio de hogares (36,8%) y con un ingreso promedio de $562.000, aprox. Aunque las diferencias monetarias saltan a la vista, todas son parte de la llamada Clase Media Chilena. Claro está que una es Clase Media-Alta (muy alta, la verdad) y la otra Clase Media-Media.

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Enfoquémonos en los grupos C1b, C2, C3 y D, equivalentes a 5.198.606 hogares chilenos, es decir, 80% del total nacional, y cuyo ingreso promedio es de $1.200.100 ($1.986.000, $1.360.000, $899.000 y $562.000, respectivamente). Este es el universo que abarca la Clase Media y es a partir de estos datos que se evidencia la gran heterogeneidad en los niveles de ingreso de este grupo social, de lo que se desprende que las necesidades y las posibilidades de ascenso social claramente no son las mismas.

Hablar de Clase Media y referirse así a toda la población evidencia el ideologismo neoliberal que afecta a todos los sectores sociales de nuestro país. Por un lado, porque reconocer las diferencias dejaría al descubierto la gran brecha social que hay, pues si existe una Clase Alta también hay una Clase Baja, y su permanencia en el tiempo evidencia la ineficiencia de un modelo que en realidad no da las oportunidades para evolucionar, pues permite que ambos se eternicen en su estrato negando a unos y a otros la posibilidad de demostrar de lo que son capaces, ya sea por tener tanto que no lo necesitan, o tan poco que no lo pueden desarrollar; así la Meritocracia no funciona en ningún sentido. Por otro lado, también está de manifiesto una característica tan chilena como la negación de la realidad misma, ya sea por soberbia, como indicaba días atrás Benito Baranda en una entrevista, o por cobardía al no ser capaces de enfrentar los desafíos que la sociedad nos presenta y entregar respuestas adecuadas a ellos, en lugar de escudarse en repetir una y otra vez la misma sin encontrar la solución.

¿Qué significa ser Clase Media en Chile? Significa ser “Candidato a Pobre”. Tener posgrados, bienes muebles e inmuebles, haber trabajado más de 30 años con un buen o muy buen nivel de ingresos, con seguros incluidos, no es garantía de tranquilidad, ya que al menor traspié rodaremos por nuestro abecedario social hasta quizás qué nivel y de ahí no vamos a salir, más aún si se han pasado los 50 años de edad o hemos adquirido alguna enfermedad o invalidez. No debiera ser un tema de discusión la pertenencia a una clase social, ni siquiera considerar su existencia, pero esta conversación se da ante lo difícil que es vivir en nuestro país. Como es caro vivir en Chile y mantener una buena calidad de vida, es que competimos por quien dura más tiempo en esas condiciones, y ahí se encuentra el origen de nuestro clasismo, porque si cedemos un poco de espacio a otro, podemos perder el lugar que tanto costó alcanzar, así que esta es la verdadera lucha de clases en Chile, no entre ricos y pobres, sino entre clases medias.

Es deber del Estado evitar esta confrontación a través de mecanismos gubernamentales, tal como ya ocurrió en otros tiempos, y que se establecieron como parte de nuestra institucionalidad en la llamada Seguridad Social (descrita en mi columna anterior). Pero otra vez chocamos con el ideologismo neoliberal que culpa a la crisis económica mundial en lugar de reconocer que las carencias actuales son fruto de la desarticulación social realizada desde hace 40 años.

En este orden de cosas miremos el lado positivo: se fortalece la convicción de redactar una nueva Constitución la que debe contemplar como base la Seguridad Social y el libre acceso a la Educación y Salud, así con mayúsculas, porque deben ser el pilar para la construcción de un Chile para todos y de todos. También se ha visto el empoderamiento de la ciudadanía que exige la atención del Estado y no acepta más descalificaciones y falta de liderazgo positivo. La Sociedad Chilena debe tomar el lugar que se merece y no aceptar que se nos enfrente como rivales, y la primera acción a tomar es dejar el clasismo de lado y trabajar como un solo cuerpo para un único y común fin.

 

Por Nidia Araya M.
Profesora de Estado en Historia y Geografía. Licenciada en Educación en Historia y Geografía Universidad de Santiago de Chile.
Magíster en Administración y Gestión Educacional Universidad Mayor

(*) Las opiniones vertidas en esta columna no reflejan necesariamente la línea editorial de La Vanguardia Chile

Etiquetas: Crédito Clase Media

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