Las alocuciones del presidente de la república, Sebastián Piñera, siempre aluden a superlativos y frases comunes. Muchas de ellas evocan a producciones cinematográficas siendo la más recurrente en los últimos meses aquella que apela a los «hombres y mujeres de buena voluntad», además de citas bíblicas y otros recursos del primer mandatario en su retórica tantas veces superflua y falaz.
Pero los «hombres y mujeres de buena voluntad» del mundo empresarial no han estado a la altura. Así aprovechándose del Dictamen de la Dirección del Trabajo que hasta la edición de esta nota aún esta vigente y que sustenta que los trabajadores quedarán sin ingresos en los próximos meses, manteniendo la relación laboral, los empleadores y no la Pyme del «cafe» al que alude tantas veces el ministro Ignacio Briones sino las medianas y grandes empresas han dejado a sus trabajadores en el limbo.
La ley que esta mañana promulgó Piñera y que el vilipendiado Congreso Nacional mejoró sustancialmente hizo que muchas empresas en vez de mantener la relación laboral y por tanto las actuales remuneraciones congeladas, haciendo uso de «caja» simplemente despidieron «en masa» a los trabajadores en los últimos días. Claro está que aprovecharon la oportunidad y aplicaron la causal «necesidades de la empresa».
Los «hombres y mujeres de buena voluntad» a que alude el presidente simplemente vieron la ventana que les dio primero el Dictamen de la semana pasada y la demora incomprensible de parte del gobierno en presentar el proyecto de ley de cobertura del seguro de cesantía, para ver que era mejor para ellos despedir por necesidades de la empresa y así cuando la economía se recupere no estar atado a condiciones laborales actuales y «aprovechar» pagar menos.
Las filas interminables de miles de trabajadores esta mañana, la mayoría de ellos de la construcción, muestran cómo la idea original de parte de las autoridades -si así lo fue- de mantener los vínculos laborales no funcionó para muchos.
Las empresas aprovechando así de pagar indemnizaciones por años de servicios, a las que se les rebajan las cotizaciones de seguro de cesantía, se deshacen de su fuerza laboral y logran el ahorro del pago de las cotizaciones previsionales, algo que al parecer el gobierno no sabía o no quería saber de cómo reaccionarían los «hombres y mujeres de buena voluntad».