La situación política de Venezuela es tan relevante en Chile, que pareciera ser una teleserie con capítulos diarios y extendidos. Los medios locales hacen de la pugna de poder en el país caribeño entre Nicolás Maduro y Juan Guaidó un tema relevante para los chilenos, aunque en el día a día del ciudadano común no sea así.
Así los chilenos se enfrentan a una evidente manipulación que favorece a la derecha y hace más fácil al gobierno pasar el caluroso verano, después de un año paupérrimo de la administración piñerista.
Pero la telenovela tiene varios guiones y personajes.
El Usurpador
Este papel se lo pelean los dos principales actores de este culebrón. Por una parte, podría ser Nicolás Maduro quien con una tramposa estrategia mantuvo el poder por otros seis años intentando instalar un modelo político de partido único.
Pero, por otra, también podría ser Juan Guaidó, el joven presidente “encargado” de Venezuela, y respecto de quien Estados Unidos y Donald Trump aparecen detrás de todas sus decisiones en una puesta en escena tan evidente, que hasta el más acérrimo derechista se da cuenta que la trama se da en una lógica intervencionista de Trump y sus aliados en la región -los gobiernos conservadores del Grupo de Lima.
El “bueno” y el “malo”
Quienes podrían tener este rol en la teleserie venezolana también son Maduro y Guaidó, según de donde se mire ideológicamente su rol. No obstante, Maduro se ha transformado en un personaje nefasto en la región y el mundo, en gran parte por la campaña mediática en su contra y, obviamente, por su estrafalaria y arrogante conducta ante la crisis. No llama la atención de su desconexión de las penurias que vive su pueblo.
Maduro, sin duda, es el “malo” contra quien todos quieren cargar, al punto que Estados Unidos se ha atrevido a anunciar que lo encerrará en Guantánamo y no menos partícipes de este movimiento quieren derechamente eliminar.
El “bueno“, para gran parte de la opinión pública es, sin duda, es joven y apuesto Juan Guaidó. Y así se da por un organizado diseño pauteado por Estados Unidos y los países del grupo de Lima y por los medios de comunicación afines de la derecha que nadie podría cuestionar a este valiente hombre padre de familia y defensor de la libertad y el mercado.
Eso sí el “bueno” de este teleserie también tiene debilidades marcadas, ya que su discurso es poco creíble para muchos y su dependencia de Washington es tal que no da total confianza.
La muchacha
En una “lógica machista” de las telenovelas ochenteras los personajes luchaban por el amor de la “muchacha”, aquélla dama mezcla de niña y mujer que con su belleza hacía en la búsqueda de su amor la principal trama del culebrón.
En la telenovela del verano en Venezuela “la muchacha” sería el Ejército Bolivariano y las demás ramas castrenses de dicho país.
Tanto Maduro como Guaidó luchan, uno por mantener y el otro por ganar, el amor de esta muchacha de verde oliva y de la que poco se conoce, aunque se ve difícil -por ahora- que ella sea infiel a su amor de hace veinte años.
De todas formas, es posible que ante tanta insistencia y ofrecimiento termine cayendo en los brazos del joven apuesto y poderoso, eso sí con un pacto prenupcial que le de amnistía de todo cuánto ha ocurrido en los veinte años de romance con el chavismo.
El grotesco
Podríamos agregar a esta telenovela un personaje que representa lo “grotesco” o la “fealdad” y que podría, en este caso, su participación determinante en el final del culebrón caribeño.
Se llama Donald Trump, quien a través de todos los medios ha utilizado el drama venezolano para intentar imponer su agenda de autoritarismo e intervencionismo despectivo hacia Latinoamérica, al punto de amenazar con una invasión que ningún lider de la región -aliados suyos por cierto- se atreve a impedir.
Trump se presente arrogante e impositivo y con las ganas de un niño de jugar con sus misiles y tropas, algo que no atrevería con su homólogo ruso Vladimir Putin y otro personaje tan grotesco como él, Kim Jong Un.
La telenovela durará todo el mes de febrero, con algunos capítulos extendidos en los días que la oposición a Maduro salga a la calle y con un final reservado, el que incluso podría ser sangriento.