Esta mañana uno de los medios de comunicación escrita pertenecientes al consorcio del empresario y multimillonario Álvaro Saieh, publicó una portada en la que pretende confundir a la opinión pública acerca del éxito en el control de la Pandemia Covid19.
Así «La Cuarta» titulaba «Semana Feliz» indicando que «Minsal explicó la leve mejoría con números que abrigan esperanza al final del tunel».
Cabe considerar que este medio forma parte del Grupo COPESA, dirigido por personas claramente identificados con el gobierno de Sebastián Piñera, tinte oficialista que a esta altura nadie desconoce y ha sido aceptado como uno de los bastiones del poder de los grupos empresariales que no sólo están en La Moneda, el Congreso y tienen cooptadas todas las instituciones sino que en los medios de comunicación masiva, incluida la televisión.
Por su parte, el ministro de salud Enrique Paris volvió a intentar confundir abiertamente a la opinión pública al sostener que los fallecidos en el país a causa del Covid19 son los que el gobierno informa diariamente, esto es a la fecha 6.384 muertos y no los 10.159 que informó el DEIS -entidad dependiente del mismo Ministerio de Salud. Incluso Paris se mandó una frase para el bronce: “No confundamos, no son 10 mil fallecidos”.
El uso indebido de ese poder desviado y casi maquiavélico ha llegado a un punto sin retorno. Sin límite alguno el gobierno del presidente Sebastián Piñera no sólo miente en cuanto a las cifras del Covid19 poniendo en riesgo a millones de chilenos sino que los medios de comunicación controlados por el mismo sector político, pretenden evidenciar una realidad falsa e inexistente y así cumplir el anhelado interés de La Moneda en sacar ventajas de una situación tan dramática como esta Pandemia.
Llama la atención cómo esta maquinaria sesgada y con rasgos de fanatismo incalculable asume como un hecho cierto que la opinión pública es ignorante e incluso idiota al pretender en forma tan burda manipularla con información que por cierto es falsa.
La información es fundamental en una sociedad democrática. El uso indebido de ella y el oscurantismo es propio de regímenes autoritarios en que los ciudadanos sólo pueden saber lo que el régimen quiere que sepan.