De acuerdo a cifras de Criteria un 75% de los chilenos en el plebiscito de octubre , frente a la pregunta ¿Quiere una nueva Constitución? votará Apruebo . La mayoría lo hará, podemos razonablemente suponer, con la esperanza que la próxima Carta Fundamental asegure más derechos y garantías para las personas.
Por mientras, invito al lector a reflexionar y exigir que nos respeten los derechos que la actual Constitución nos garantiza. No serán , ni en extensión ni en profundidad , todos los que la ciudadanía aspira a tener pero al menos hoy el artículo 19 asegura a todas las personas, entre otros : la igualdad ante la ley, la inviolabilidad del hogar, la libertad personal y la seguridad individual , el derecho a reunirse pacíficamente y sin armas y la libertad de trabajo, derechos fundamentales que actualmente se encuentran restringidos en virtud del estado de excepción constitucional bajo el que nos encontramos desde 18 de marzo de 2020 y parecemos acatar sin chistar, todos, “de capitán a paje” como solía decir mi abuela.
No es normal vivir bajo toque de queda. No es normal sacar un permiso para salir a la calle. No es normal mentir para obtener uno de aquellos permisos. Ninguna de esas conductas es normal aunque este año las hayamos normalizado y aunque, de izquierda a derecha, hoy cruce el espectro político un tácito acuerdo entre los representantes de la ciudadanía en orden a no cuestionar que durante el año 2020 viviremos al menos nueve meses bajo Estado de Catástrofe. Lamentablemente, en mi opinión, las pocas voces incómodas que han intentado , llamar la atención al respecto, como la del ex ministro de Salud con su concepto “dictadura sanitaria” o la de los Alcaldes de Puente Alto o Valparaíso no pegaron y, para el único gobierno de derecha reelecto democráticamente en 30 años , ha resultado muy fácil olvidar que uno de los fundamentos ideológicos de la derecha , se supone, que es la defensa de la libertad personal, no sólo de la libertad económica.
La pandemia existe y es grave, qué duda cabe. Yo no tendría ningún problema en ceder mi libertad de movimiento, por ejemplo, si a cambio viera por parte del Estado un manejo razonable de la crisis, políticas de salud pública eficientes y una eficaz trazabilidad de la cadena de contagios, como la que se hizo en Corea del Sur. Pero que se mantengan altas cifras de circulación del coronavirus al costo de normalizar un estado excepcional y, en definitiva, ver conculcados mis derechos fundamentales me parece “un precio demasiado caro” a cambio de resultados mediocres. Recordemos que nada impide mantener la declaración de estado de catástrofe, sin que se aplique el toque de queda o la restricción de movimiento en atención a la edad del individuo, y sólo se haga uso de las facultades que permiten a la autoridad adoptar medidas extraordinarias de carácter administrativo que sean necesarias para el restablecimiento de la normalidad en la zona afectada.
Lo que más me molesta , y en esto declaro resentimiento, toda vez que escribo estas líneas encerrada en la comodidad de mi departamento de 90 metros cuadrados con vista al mar, pero ubicado en una comuna que se encuentra en fase 1- ¡ ay de mí!, es que mientras el ministro de Economía toma café con el alcalde de Las Condes en las terrazas de dicha comuna, o la alcaldesa de Providencia hace gala de su envidiable estado físico en las clases de baile entretenido al aire libre de las que disfrutan sus vecinos en los parques , los habitantes de La Pintana o Puente Alto, recién podrán salir a efectuar compras esenciales sin mediar permiso a partir de la última semana de septiembre pero , mientras lo hagan de lunes a viernes entre las 05:00 y 23:00 horas y dentro de sus límites comunales ¡no vayan a pensar en visitar a su vecino a quien no ven desde marzo ! . ¿Quién va a necesitar hablar con otro ser humano del hacinamiento en que viven, la crisis económica, convivir 24/7 con los hijos, la pareja , la inestable conexión a internet y agradecer la suerte de teletrabajar en lugar de haber sido desvinculado ? . Quizás es una impresión mía , pero no veo el mismo entusiasmo en descofinarlos a ellos que en reactivar los viajes interregionales, que se reanudan a partir del próximo 28 de septiembre mas sólo para aquellos afortunados residentes de las comunas que se encuentren en las fases 3, 4 o 5 del Plan Paso a Paso, que ¡ las cosas del destino!, una vez más corresponden a la zona oriente de Santiago y coinciden con sectores de mayor poder adquisitivo donde aquellos mantienen sus segundas viviendas .
Lo que a mí me gustaría, total soñar es gratis, es proactividad para que lo antes posible toda persona en Chile saliera de cuarentena y pudiera ejercer plenamente sus derechos constitucionales, que le aseguran autonomía frente al poder que ejerce el Estado sobre cada uno de ellas, en época de campaña electoral precisamente , porque en el estado actual de las cosas, quizás yo soy mal pensada pero, no puedo evitar percibir un sesgo de clase en el avance del Paso a Paso y, para variar, son los mismos de siempre los que se están quedando atrás.
Por Adriana Latorre Carvallo
Abogada
(*) Las opiniones vertidas en esta columna no reflejan necesariamente la línea editorial de «La Vanguardia Chile»