Un profesor amigo, muy amigo me decía en vísperas del nuevo año: hay filas en todas partes, hasta para comprar pan, no hay mercadería en el supermercado. ¿Qué está pasando en nuestro país, que está pasando en el mundo? ¿quizás el efecto pandemia nos esté cambiando?, ¿quizás nos esté mostrando al verdadero enemigo, la naturaleza no se defiende, como creen o nos hacen creer quienes la explotan hasta destruirla, la naturaleza sigue sus reglas, que parecen más puras que las nuestras, si más puras, aunque sus tentativas de reestablecer equilibrios que nosotros desestabilizamos produzcan virus. Las mariposas de colores bailan en el semáforo, pero ahora no traen mensajes de amor, y que no se piense, que esto es una venganza de la naturaleza, por ningún motivo.
¿Qué va a pasar con la pandemia?
Profesor, le contesto y les digo, desesperación de amigo y de humano, no desesperemos, pensemos lo siguiente; Lo anterior no se sostenía, demasiados absurdos que además eran letales, demasiados líderes populares perseguidos, golpes de estado, desfachatados, organismos internacionales silentes antes desastres y represión, lo que es igual a promoverlos, pueblos enteros engañados, ese mundo no tenía nada de humano y de justicia menos, demasiados burócratas confortables, demasiados trepadores dispuestos a todo por aumentar sus ganancias, a todo.
Discursos escritos para eludir responsabilidades con el pretexto de la neutralidad, ideas que tenían que pasar por depuraciones políticas para que nada molestara a las señorías en su mundo, para que nadie las perturbara en su tarea de encubrimiento de negociados fabulosos. Ese mundo que ahora se le mueve el piso, se conmueve y con que, con que los muertos son españoles, son italianos, son ingleses y norteamericanos, todos se conmueven por que llego a ellos, si esto se hubiera limitado a África o a América latina, quizás todo hubiese seguido igual. Acaso le conmovieron a los civilizados europeos los muertos en sus playas, se conmovieron por los muertos en el desierto de Arizona, se conmueven por los miles de niños muertos de enfermedades curables y previsibles. Se conmovieron por los muertos de las torres gemelas, pero, los otros, los otros no contaron nunca y ahora tampoco. Estas experiencias son una suerte de llamada existencias, replantean las preguntas originarias, esas que no se repiten todos los días, esas preguntas que convocan o debieran convocar a repreguntarte el para qué y el quien soy. Viene una lucha en diferente escenario, cambiaron las reglas de las piezas del tablero y las jugadas son imprevisibles, en el desconcierto surgen los cambios de sentidos de las cosas y del yo, que les da sentido, lo único realmente cierto, es que vienen luchas y nuevos enemigos, pero sin olvidar que estamos partiendo del sin sentido, lo único seguro es la lucha futura y el advenimiento de nuevos sentidos. ¿Volverán los cultores de la magia roja, de la magia negra y la azul pero los cultores de la luz, esos, volverán?
¿De los discursos políticos se deberá pasar a la acción, le parece poca tarea la que nos espera profesor?
Por Gonzalo Mateluna
(*) Las opiniones vertidas en esta columna no reflejan necesariamente la línea editorial de «La Vanguardia Chile»