«Nadie está por sobre la ley» es una de las premisas básicas de todo Estado de Derecho. En efecto, el artículo sexto de la Constitución establece el principio de que todos estamos obligados por ella, incluyendo no sólo a los ciudadanos sino también a los titulares o integrantes de los órganos de los tres poderes, lo que sin duda incluye a nuestro Jefe de Estado y a la Administración.
En este contexto resulta evidentemente errado ampararse en el artículo 24 de la Constitución con el pretexto de comprar vino para uso personal como lo afirmó tan tajantemente el ministro de salud, Enrique Paris, al justificar el hecho de que el presidente Sebastián Piñera la tarde del sábado 27 de junio se desplazara a una exclusiva tienda de vinos en la comuna de Vitacura a efectuar compras.
Sin embargo, aún peor que lo anterior, es que nuestro presidente esté comprando artículos que no son esenciales (recordemos que se ha estableció en su oportunidad que las botillerías deben permanecer cerradas porque el alcohol no es un bien básico al que los ciudadanos puedan acceder durante la cuarentena). Ello nuevamente nos demuestra que el gobierno predica pero no práctica y no entiende que es -a través del ejemplo- una de las formas en que se logrará que nuestros conciudadanos cumplan de forma eficaz con las limitaciones impuestas a nuestra libertad personal.
De esta forma, no parece sensato que el Jefe de Estado pueda burlarse de la ley para comprar vino y a la vez exigir a los gobernados que se mantengan en sus casas mientras pasan hambre y necesitan salir a trabajar.
Utilizamos la palabra «burlar» porque el ministro Paris al defender los actos del presidente se burla de la opinión pública y cree que puede aprovecharse de la ignorancia. Así citar una norma constitucional que supuestamente permitiría que se desplace por todo el territorio nacional, incluso para comprar alcohol a título personal es lo aberrante.
No debemos dejar de tener en cuenta que el permiso que -como funcionario público- tiene el presidente Piñera es justamente para cumplir con su cometido funcionario, por lo que debe quedar claro que si quiere salir de su hogar o del Palacio de la Moneda para comprar vino debe utilizar un permiso como todo ciudadano. Y finalmente a esto queremos llegar, porque resulta al menos cuestionable preguntarse ¿por qué el presidente sale a comprar vino? ¿Por qué no va un familiar o envió a alguien a comprar en vez de él? La respuesta es simple, porque como siempre, nos quiere demostrar que él no es una persona cualquiera.
Los hechos demuestran esa conducta constante. Primero fue sacarse una foto en la Plaza Baquedano o Dignidad, luego asistir a un funeral de su tío junto a otras 31 personas con músicos incluidos -mientras hay personas que no pueden asistir ni al funeral de sus padres- y ahora ir a un exclusivo local de Vinos a abastecerse de insumos que no son esenciales mientras más y más chilenos se contagian, algunos muere y sus políticas demuestran cómo siempre ser una y otra vez ineficientes.