La presidenta de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Jacqueline Van Ryselberghe, indicaba el día de ayer que el plebiscito le costaba mucho dinero al país. Que esa suma debería ser destinada a enfrentar la recesión que se vendría. A dichas palabras, se añadía un sector de Chile Vamos en cuanto se indicaba que la crisis económica podría profundizarse por la realización de la consulta de octubre.
La polémica la inició el ministro del interior, Gonzalo Blumel, en entrevista a «La Tercera» y luego el presidente de la república, Sebastián Piñera, quien argumentó en una entrevista a un medio extranjero que la recesión post pandemia haría posible repensar la realización del plebiscito, generando un rechazo rotundo de la oposición y en algunos dirigentes de la derecha, ya que se advertía que la apuesta de Piñera era tantear si había agua en la piscina y así dar garantías al sector empresarial que ve la consulta con mucho temor.
La senadora de la UDI, Ena Von Baer, fue más aterrizada y señaló en entrevista con CNN el día de ayer que ella pensaba que poner en duda la institucionalidad vigente -la Constitución originada en la dictadura militar- era un riesgo en la economía pero no tenía sentido insistir en la propuesta de suspender el plebiscito ya que el quórum para modificar la fecha o dejarlo sin efecto no alcanza con los votos de ChileVamos y, en dicho contexto, para el sector es más conveniente en el rechazo.
En lo que los actores políticos estuvieron de acuerdo fue que se diera una nueva prórroga del plebiscito si las condiciones sanitarias se mantenían complicadas, pero sólo en esa circunstancia quitándole piso a la nueva apuesta de Piñera, Blumel y Van Ryselberghe.
Esta jornada el ministro del interior, Gonzalo Blumel, retrocedió en su propuesta inicial del domingo pasado y señaló a los medios que «la campaña empieza 60 días antes, por lo tanto, el trimestre previo seguramente vamos a discutir si tenemos las condiciones, pero hay un calendario vigente, debe cumplirse sujeto a la realidad sanitaria».