Arturo Vidal esta de cumpleaños el día de hoy. Es de esos ídolos que reflejan una parte de la cultura de Chile: una mezcla de winner y de arrogancia en una carrera en la cual el ex Colo Colo se ha esforzado en tratar de asumir un liderazgo para el cual no tiene habilidades.
Siendo uno de los mejores jugadores del mundo en su posición y con una entrega exhuberante, Vidal carece de lo otro que se le exige para ser un gran ídolo o tal vez catapultarlo como «el mejor de los mejores», según pretende una parte de la prensa local en la ausencia de grandes nombres de nuestro fútbol y más aún cuando la generación a la que pertenece el «King» está en franca etapa de extinción.
Claro, Vidal es el simbolo de ese muchacho cuyo origen en un sector poblacional que por el arte y magia del fútbol se transformó en lo que es hoy. Pero también es el «ostentador» de su riqueza habida con su carrera profesional, llegando en helicópteros a una cancha de fútbol, mostrando la vida llena de suntuarios con su pareja colombiana o sacándose fotos con su «amigo», el megaempresario Andrónico Luksic.
Ese Vidal exagerado, el que sale a gastarse una millonada a un casino a dos días de un duelo de eliminatorias que luego se perdería de local por tres a cero con Paraguay y que fue el inicio del fracaso de nuestro país en llegar al mundial de Rusia en 2018. Ese Vidal que antes, con la complicidad inaceptable de Jorge Sampaoli, había puesto en riesgo su vida al conducir en estado de intemperancia en plena Copa América de 2015 y perdonado por ser el elegido del técnico.
Pero Vidal es el ídolo de la prensa local y se le acepta todo, algo así como ese «Dios» que es Diego Armando Maradona para nuestros vecinos de Argentina. Eso sí Maradona no ostenta ni se olvida de sus orígenes… Algo es algo, para no ser un ídolo de la ostentación.