Sebastián Piñera siempre sorprende. Cada vez dice más tonteras de las que no tiene como salir y son sus ministros o los fieles acérrimos, como el presidente de RN Mario Desbordes, los que deben dar las explicaciones e intentar salvar el ridículo presidencial.
Hace una semana anunció sin planificación alguna y sólo a modo de ganar un afecto que se le hace esquivo por parte de la población la entrega de 2.500.000 cajas de alimentos para el 70% de la población. No estaba claro eso sí cuándo y cómo, en una lógica de lo que ha sido su gobierno lleno de anuncios sin contenidos ni bajadas y con la letra chica engañosa que hacen creer a muchos chilenos beneficios que nunca llegaron.
En vez de aumentar el escuálido monto del Ingreso Familiar de Emergencia, como se lo exigió el Congreso Nacional en la tramitación de la ley aprobada hace una semana atrás, Piñera tuvo la idea de utilizar el mecanismo de entrega de cajas de alimentos, con un costo de $30.000, y así tratar de cargar la balanza a su favor. El mandatario apareció fotografiándose en el proceso de preparación de las cajas por parte de los proveedores y en los camiones repartidores, siendo que minutos antes el ministro de desarrollo social, Sebastián Sichel, hacía el ridículo en los medios tratando de explicar el alcance del beneficio, esto es el 70% o el 40% del 70% o quien sabe.
Pero la parafernaria mediática propia del mandatario choca con la realidad, ya que este fin de semana se repartirán no más de 50.000 cajas de alimentos y los periodistas ya tienen temor de preguntar al intendente de la Región Metropolitana, Felipe Guevera, ya que cualquier consulta sobre el particular provoca la molestia y respuesta agresiva de la autoridad que no tiene idea de cómo se va a seguir implementando la medida.
Este sábado Piñera nuevamente salió al ruedo. Esta vez para insistir a los chilenos que tienen un sistema de protección social robusto con todas las medidas que ha adoptado, siendo que gran parte de la población se encuentra en una situación precaria y las manifestaciones en sectores populares se hacen cada vez más frecuentes.
La frase que utilizó el primer mandatario fue de bronce, ya que señaló que él asumía su rol gobernando como «Un Buen Padre de Familia», en una clara jugada de «paternalismo» que Piñera jamás podrá asumir ya que su liderazgo es frío y distante, centrado en las ofertas a su electorado y en el uso de una lógica de negocios en que está permitida la letra chica y cualquier subterfugio para siempre obtener una ganancia, aunque miserable pero ganancia al fin.
Un «Buen Padre de Familia» se aleja a todo aquello que el presidente Sebastián Piñera realiza día a día. Un «Buen Padre de Familia» supondría una conducta responsable y transparente, con la virtud de comprender la realidad que lo rodea y asumir un liderazgo por la confianza que tiene en los demás, algo que nuestro gobernante carece en forma absoluta.