La decisión de cambiar las pelotas Babolat, usadas durante los últimos 10 años en Roland Garros, por las Wilson a partir de esta edición 2020, no ha pasado inadvertida para nadie. Especialmente para el múltiple campeón Rafael Nadal (12 títulos) quien se ha quejado amargamente por este cambio, tildando de «piedras» a las bolas Wilson, lo que evidentemente lo perjudicará tanto a él como a otros tenistas que juegan con acentuado «top spin». «Son duras y pesadas» agregó Thiem, otro que se siente víctima del cambio de pelotas. Pero Rafa no solo se siente perjudicado por las pelotas Wilson, también el clima merece sus críticas, ya que es muy diferente jugar en el frio otoñal de París en octubre que en la cálida primavera del mes de mayo, fecha tradicional del torneo. «Es difícil jugar con 11 grados de temperatura y con las canchas húmedas y pesadas» – agregó el manacorí que se siente «perseguido» por la organización del torneo.
Pero los dados están echados y son varios los jugadores que tienen fundadas esperanzas en que este año la Copa de los Mosqueteros cambie de manos y no vuelva a ir a la vitrina de Nadal quien ya cuenta con doce de ellas.
Pero hay otros hechos destacables en estos Internacionales de Francia. Como lo del aforo, ya que éste va a ser el primer torneo con público desde que se reinició la competencia post Covid-19. Limitado a un 50% del habitual, pero con gente en las gradas y en los pasillos, plazas, tiendas y restaurantes que proliferan en las 8,5 hectáreas del recinto de la Porte d’Auteuil. Un ambiente que por la menos se acerca a lo que debe ser un torneo del Grand Slam. Además, se mantiene un protocolo que se aplaude: el que los jugadores deban ir por sus toallas y no lanzárselas en forma despectiva a los chicos y chicas recogepelotas. Pero no solo eso, también se inaugurará el techo retractil del estadio Phillipe Chatrier para proteger de las habituales lluvias parisinas a los15.590 espectadores que repletan el estadio más importante de tenis en arcilla del mundo y que esperamos se tenga que utilizar lo menos posible.
En cuanto a los candidatos a la corona hay que empezar obviamente con Novak Djokovic, el número uno del mundo, que aunque no lo está pasando bien debido a su pésimo comportamiento reciente, llega con su flamante título en Roma. Dóminic Thiem, el pupilo de Massú, campeón del US Open es el segundo candidato, pudiendo incluirse en la lista al ruso Medvedev, al aemán Zverev, el griego Tsitsipas de irregular presente, un local como Monfils o Tsonga u otros «tapados» como el canadiense Shapovolov, el ruso Rublev, campeón del «aperitivo» de Hamburgo o el italiano Berretinni. Y ya hilando muy fino, el argentino Zchwartsman, el suizo Wawrinka que ya le dió una paliza a Murray en el debut y algún otro de menores posiblidades.
Nos gustaría incluir a Cristian Garín, de gran actuación en Hamburgo donde cayó en semifinales ante Tsitsipas en reñido partido. Pero seria injusto exigirle algo más que avanzar algunas rondas. Por el momento.
Por Sergio Ried