Si bien en la cancha del monumental estadio Arthur Ashe con sus 25 mil asientos vacíos estaba el austriaco Dominic Thiem levantando la copa de campeón del US Open 2020, detrás de él celebraba emocionado el artífice de esta heroica hazaña: su coach y mentor Nicolás Massú. Porque sin él, cualquier otro jugador habría sucumbido a la fatiga, al dolor y a los dos sets a cero en contra con los que inició la épica remontada.
Cuando todo parecía perdido, para Thiem surgió la garra, el pundonor y ese espíritu ganador que le permitió a su coach colgarse en su cuello dos medallas olímpicas en Grecia 2004. Y eso pesó en la burbuja neoyorkina a la hora de la verdad en la épica final de este US Open 2020 entre el campeón Dominic Thiem y su escolta el alemán Alexander Zverev quien fue tan campeón como su verdugo. Cinco sets y más de cuatro horas de lucha sin cuartel dijeron que el campeón era Thiem aunque al frente hubo otro héroe apodado Sacha que fue tan campeón como él.
Pero más allá del brillante triunfo de Dominic Thiem en varones y la japonesa Naomi Osaka en damas hay que destacar la noticia que remeció al tenis y al deporte mundial como fue la descalificacion del número uno del mundo Novak Djokovic en su partido de cuartos de final ante el español Pablo Carreño Busta. Pero ya digerida esta noticia ampliamente difundida, nos abocamos a algunos aspectos salientes de lo extra tenistico de este bizarro US Open 2020. Porque basta mirar un poco más en detalle en para ir descubriendo hechos insólitos e inusuales en un torneo de tenis, menos aún en un Grand Slam.
Sin público en las gradas, el bullicio de los 25 mil espectadores que habitualmente repletan el Arthur Ashe Stadium, la organización reemplazó su inconfundible, y a veces repudiado bullicio, por unos discretos y monótonos aplausos envasados que más que alentar a los jugadores los molestaba al momento de servir. Y si a este ruido molesto agregamos el chirriar de los trenes del metro elevado que llegan a la estación Flushing Meadows, el habitual ruido de los aviones que salen y llegan al vecino aeropuerto de La Guardia y el intenso tráfico vehicular de la Van Wyck Expreesway, completamos un panorama desolador para un evento de la categoría del US Open.
Otro dato curioso es que a falta de humanos, las aposentadurías eran ocupadas por los mapaches, estos escurridizos animalitos que abundan en la zona del Corona Park y que ahora paseaban a sus anchas por el tradicional «Paseo de los Ganadores» y ocupaban los asientos privilegiados del Arthur Ashe y el Louis Armstrong Stadium. «Pensar que yo solía pagar una fortuna por esos asientos y ahora estos mapaches los ocupan gratis…» se quejaba un fanático al ver por televisión el interés con que uno de estos ositos lavadores miraba jugar a Serena Williams contra Azarenka desde un sitio VIP.
Aunque ahora solo queremos celebrar el triunfo de Nicolás Massú y su pupilo Dominic Thiem, convirtiéndose en el segundo chileno en ganar como coach un torneo del Grand Slam. El otro es Patricio Rodríguez (QEPD) dirigiendo al ecuatoriano Andrés Gómez en Roland Garros 1990.
Por Sergio Ried