Nos dolió saber que el personaje más querido de nuestro tenis estuviera internado en una clínica afectado de Coronavirus. Porque Exequiel Carvajal Vera debe ser uno de los pocos personajes de nuestro tenis que no provoca anticuerpos ni tiene detractores. Algo difícil de lograr en la «familia del tenis», la familia peor avenida que he conocido.
Los menos interiorizados en los recovecos del tenis chileno se preguntarán quien es este Exequiel Carvajal, y a ellos les contamos que es ese moreno gordito con cara bonachona que aparece en cuanto equipo chileno de tenis que viaja al extranjero o juega alguna competencia importante en el país. Calificado como «encordador» de las raquetas de nuestros tenistas, es en realidad mucho más que eso. Es el amigo, el consejero, entrenador y mano derecha de jugadores y dirigentes. Es el primer nombre nominado en los equipos de Copa Davis y el más querido de sus miembros. Al extremo que los padrinos de su hija mayor Juliet, son Nicolás Massú y Fernando González. «Es el Marcelo Bielsa de nuestro equipo», dice el mismo Nico.
A punto de cumplir 60 años Yogur, recuerda cuando a los 12 años empezó como pelotero en el club del Banco de Chile en Vitacura, para luego pasar al Estadio Nacional dónde hoy tiene su propio club, el Club Social, Cultural y Deportivo Yogur de Mora. Nacido y criado en la Población Ezequiel González Cortés, de Ñuñoa, dónde vive hasta hoy, Yogur podría escribir un libro con sus historias y anécdotas. Porque a la mayoría de los tenistas famosos de hoy, ayer y anteayer, les encordadó sus raquetas cuando no los conocía nadie. Incluso el alemán Tommy Haas todavía no le paga por las cinco raquetas que le encordó en San Carlos de Apoquindo en 1997. Nadal si le pagó las que le encordó en Viña cuando el manacorî jugo el ATP. Soy testigos presencial de cómo lo perseguían los jóvenes jugadores en los Challengers de Chile, Europa y Estados Unidos, porque él les encordaba sus raquetas por solo 5 dólares…y en tiempo récord. Esto le valió a Yogur un premió que los mismos jugadores le otorgaron en Milán, como «The Fastest Stringer in the World», «el encordador más rápido del mundo'» .
Podría seguir hablando de este querido personaje que traspasó las fronteras del tenis para transformarse en un chileno esforzado, bonachón y querido por moros y cristianos.
Pero usted jamás le diga Yogur de Mora porque no le gusta el apodo que le puso Pato Cornejo.
Mejórate luego, Exequiel, que el tenis y tus amigos te necesitamos.
Por Sergio Ried