Siempre me preguntan cuál es mi campeonato preferido y el que menos me ha gustado entre los muchos que he conocido en mi largo peregrinar por los courts de diferentes países.
Y la verdad es que la decisión es bastante difícil porque depende de muchos factores. La atención por parte de la organización, las facilidades para la prensa, el clima, la ciudad fuera del tenis y otros ítems que hacen más o menos grata nuestra estadía en cada sede de torneo. Pero sumando y restando trataré de llegar a una conclusión.
Mi campeonato favorito es el de Monte Carlo. El lugar idílico junto al prístino color turquesa del Mediterráneo, el público relajado, conocedor y elegante, repleto de modelos internacionales, personajes del cine, la política y la televisión sumado a un tema muy personal, cuál es el haber conocido personalmente a Alain Delon y a qué un chileno fue campeón (Ríos), respaldan mi elección.
Mi segundo torneo es el de Saint Pölten en Austria, dónde desde el momento de solicitar mi credencial (a última hora), hasta el último minuto de mi estadía en ese pueblo encantador a una hora en auto de Viena, todo fue un placer. Desde el Mercedes que nos esperaba a mí y mi esposa en el aeropuerto de Viena, hasta el acogedor hotel no muy alejado de las canchas; el gentil universitario que nos sirvió de chófer y guía durante toda la semana, las facilidades para ejercer mis funciones periodísticas y el hecho de que esa semana se celebraba una fiesta regional y el campeón por paliza fuera otra vez el chileno Ríos, hicieron de ese torneo uno que jamás olvidaré.
Y en tercer lugar de mis favoritos está uno sobre césped que transcurre casi ignorado entre los grandes. El International Hall of Fame de Newport, Rhode Island, un pequeño campeonato que se celebra en el emblemático club sede del Salón de la Fama, que se disputa la semana siguiente de la final de Wimbledon por lo que no reúne a la élite del tenis mundial. Pero fue ha sido ganado por tenistas de la talla de John Isner, Lleyton Hewitt, Vijay Armitraj, Fabrice Santoro, Ivo Karlovic, Greg Ruzedsky y el venezolano hijo de padre chileno Nicolás Pereira en 1997. Un torneo encantador, en una ciudad emblemática y hermosa dónde se filmó el filme El Gran Gatsby, dónde se encuentra una de las mansiones de la familia Vanderbilt y las más famosas tiendas de moda femenina.
Mención honrosa para el Masters de Hannover, dónde acudí en 1998 con mi esposa gracias al tenista español Francisco Pato Clavet, quien como reciente coronado campeón fue el encargado de sacar de una tómbola mi nombre en un sorteo auspiciado por Bellsouth en el Santiago Open de San Carlos de Apoquindo. El premio era de 10 días en Hannover para dos personas para asistir al Masters de fin de año ese 1998. La deserción de Ríos después de haber perdido en el debut con Tim Henman nos permitió aliviar nuestra labor periodística y conocer ciudades como Hamburgo y el campo de concentración de Bergen-Belsen en Baja Sajonia, el más grande después de Auschwitz. Algo estremecedor e inolvidable. Esa vez probamos la torta de cumpleaños de Pete Sampras en una reunión íntima y después del triunfo de Alex Corretja en la final ante Carlos Moyá, dos días de turismo en Francfurt. Gracias Bellsouth. Gracias Pato. Gracias Ríos por tu retiro (uno de los 27 de tu carrera).
Entre los torneos menos gratos encabeza la lista sin oposición el Abierto de Madrid de 2005 disputado en la Caja Mágica. El lugar, la atención y el comportamiento deplorable de la encargada de prensa; el alojamiento y el clima lluvioso ayudaron a que sea el primero de los que rechazo. Salvaron la plata, Fernando González quien perdió la final ante Roger Federer y Penélope Cruz a quien tuve el placer de conocer.
El segundo lugar de los menos gratos corresponde al Open de Viña del Mar por la pésima actitud de algunos personeros de la organización para con la prensa. Y tercero, una de las series de Copa Davis contra Bahamas en Nassau, dónde sufrí un complot para cortar la transmisión del quinto punto entre Ricardo Acuña (QEPD) y Roger Smith, que termino ganando el chileno el lunes en la mañana y que transmitíamos con Pedro Carcuro para Radio Minería. Tuve que salir arrancando primero al hotel y luego al aeropuerto por el temor inminente de ser detenido por las autoridades de la isla. ¿Quién cortó la comunicación justo en el match point? ¿Y por qué me atacó un grupo de hinchas locales? Un incidente que aún no tiene explicación para mí.
Por Sergio Ried